Hola, me llamo Lola. Soy enfermera certificada y diariamente veo muchos casos de pacientes que padecen Hepatitis C. Trabajo en uno de los hospitales más grandes de Lima y paralelamente también en una clínica privada. Además, colaboro desde hace dos años en un programa de apo
Mis tres experiencias con pacientes de Hepatitis C son totalmente diferentes. Pero en términos generales soy testigo de cómo los casos de este mal se han ido incrementando en los últimos años, no necesariamente porque haya más contagios, sino más bien porque la enfermedad ahora esta siendo detectada y tratada antes de que pueda causar daños considerables a las personas afectadas.
Algo que he podido comprobar a través de mis años de experiencia como enfermera es que la Hepatitis C no discrimina. He visto desfilar a pacientes de toda edad, sexo y condición social. Muchos de ellos no tienen idea de cómo la contrajeron. Otros descubrieron que la padecen casi de casualidad, a través de un examen de rutina, sin haber experimentado síntomas. Hay pacientes que no pueden diferenciar entre los diferentes tipos de Hepatitis o desconocen sus riesgos o formas de transmisión, lo que convierte a la desinformación en el peor enemigo al momento de prevenir la enfermedad. Pese a que últimamente ha habido una mayor concientización sobre la Hepatitis C , aún hay mucho por hacer.
La Hepatitis C puede estar en cualquier parte: muchas veces ni siquiera es necesario salir de casa para contraerla. A diferencia de las Hepatitis A y B, no existe una vacuna. Se transmite a través del contacto sanguíneo con sangre infectada, por inyectables o uso de instrumentos contaminados con el virus. He visto casos de jóvenes pacientes que fueron infectados al realizarse un tatuaje o piercing, o de personas que se contagiaron por curaciones odontológicas usando instrumental no esterilizado. Los pacientes con hemodiálisis corren un riesgo potencial de contagio, al igual que los niños nacidos de mujeres que padecen la enfermedad. De no ser tratada, la Hepatitis C puede tener consecuencias funestas al dañar al hígado a tal extremo que cause cirrosis o cáncer.
El tratamiento consiste en una inyección semanal más dos pastillas diarias por un periodo determinado. Sólo un médico puede diagnosticar y tratar la enfermedad. Los efectos secundarios del tratamiento suelen ser muy molestos, sin embargo, la gran mayoría de los pacientes lo sigue al pie de la letra porque entienden la importancia de cambiar su estilo de vida para vencer la enfermedad.
Como enfermera, también corro riesgos: existe una mayor posibilidad de contagio de Hepatitis C para los profesionales de la salud, debido a que tenemos que manipular inyectables. Sin embargo, asumo los riesgos de mi trabajo: tengo la experiencia y la confianza necesarias. Y lo hago porque, pese a que ocupa casi todo mi tiempo, me apasiona lo que hago.
Creo que es importante combatir esta enfermedad, por ello he decidido empezar este blog. Una de las armas más temibles de cualquier enfermedad contagiosa es la desinformación, y la Hepatitis C no es la excepción. Es necesario que compartamos conocimientos y experiencias entre profesionales de la salud, pacientes, familiares, y todas las personas que de una manera u otra nos vemos unidas por esta enfermedad. Espero amigo lector que encuentres en esta página respuestas a todas tus preguntas. Y si no las encuentras entonces pregúntalas de nuevo. No dejemos que la enfermedad nos gane ni la batalla ni la guerra.
Hasta pronto,
Lola.
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